Poster (en castellano)

Esquina de una calle céntrica de una gran ciudad. Pirulí lleno a rebosar de carteles, parece como si el pirulí estuviese gordo. Llega un chico con moto. Se baja y fija unos cuantos papeles encima, como si estuviera empapelando la casa de alguien que no le cae bien. Se va. Cinco minutos más tarde llega otro, con moto también, y empieza a empapelar el mismo pirulí, con papeles pintados de otro color, de otro anunciante. Se esfuma. Cuando alguien empieza a leerlos aparece una furgoneta y sale de ella una señor que empapela ese pirulí tan bien como puede para que no se vea nada de lo que hay debajo, supongo que su cartel, de colores también, le parece más interesante, o no, sencillamente le piden que haga eso, por eso le pagan. Cuando termina, busca el siguiente y como está muy lejos tiene que subir al coche. Dos horas y media más tarde llega un chaval y empapela el mismo pirulí, con el mismo cartel que ya estaba tres horas atrás, pero que ahora apenas se ve. El chico al irse se fija en la tienda de al lado. Hay un joven con un rollo de celo en la mano que está enganchando un papel minúsculo en la pared, que queda vacía justo en la puerta de dicha tienda. Se pelea con el tendedero. No le parece bien que enganche eso allí. El chico se defiende diciendo que eso tan pequeño es un cartel, debe medir como 4 postales juntas, en este país le dicen cartel a esta pequeñez. Escucha que lo califica de póster… Se va enfadado. Al cruzar la calle, se fija en un pájaro que se acaba de cagar en una banderola, está repetida por toda la calle con información del ayuntamiento de su ciudad. Se pregunta por qué no hay espacio para su cartelito, aunque más pequeño, es muy importante para él, de hecho le gustaría poner un cartel de verdad. Grande. De su grupo de rock, y piensa que en la calle se puede dar también esa información, en Internet ya lo ha subido en todos los lados, las redes sociales tienen algún link que otro que lo enlazan a la web del grupo… pero ¿por qué no se puede anunciar en la calle? El cartel lo ha hecho su amigo diseñador, realmente ha quedado muy bien. Oye un ruido, se da la vuelta. Un hombre vestido con mono ha salido de un coche de limpieza y ha empezado a cortar el pirulí como si de una Tarta de Santiago se tratase. Está sacando trozos gigantes de papel prensado como si fuesen libros encolados. Nadie los ha leído porqué cuando las páginas estaban abiertas y adheridas en el pirulí, no daban tiempo, enseguida los tapaban con otros.
Por qué no hay una manera más ordenada, más democrática de poder mostrar a todo el mundo un buen cartel, por qué no hay más plataformas. Por qué el único medio de que disponemos en este país, es en un tubo llamado pirulí, o monolito, o quisco donde se ponen uno encima del otro, sin ninguna lógica temporal, con un ejercito de chicos con moto que se dedican a tapar los carteles, uno encima del otro cada media hora. Eliminando así la posibilidad de que el cartel continúe teniendo sentido de seguir habitando la calle sin tener que depender de plataformas privadas, o públicas.
Adiós cartel. ¡Te espero en las galerías! ¡O en los libros!